Columna escrita en conjunto por Gabriela de la Piedra, Directora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Mayor, y Guillermo Bravo, Director de la Escuela de Cine de la Universidad Mayor, aliada del Arquitectura Film Festival Santiago en su workshop 2024.
La relación entre la arquitectura y el cine es un terreno fértil para explorar ideas que trasciendan estas disciplinas. En el ámbito académico, esta intersección invita a reflexionar sobre cómo ambas artes influyen en la percepción del espacio y el tiempo, moldeando el entorno físico o manipulando el tiempo a través de las imágenes en movimiento para contar historias.
El Arquitectura Film Festival Santiago, ArqFilmFest, nos invitó a explorar las emociones de la arquitectura a través de su workshop 2024 y nosotros nos sumamos con entusiasmo, motivados por ir más allá de la transmisión de conocimientos con esta experiencia.
Guiados por el crítico de cine Christian Ramírez (El Mercurio, Radio Sonar), la cineasta Lorena Giachino (La Directiva, 2017), el director de fotografía Enrique Stindt (Rara, 2016), y por la experiencia del festival, invitamos a los estudiantes a descubrir cómo el cine transforma y dota de significado emocional al espacio, más allá de su representación visual.
A través de la cámara, los cineastas pueden manipular la percepción del espacio, destacando los detalles de una pared o jugando con la escala de un lugar, permitiéndonos experimentar la arquitectura de una forma que el mundo real no puede ofrecer. Esto entrega a los arquitectos valiosas lecciones sobre cómo los espacios pueden ser diseñados para provocar distintas respuestas emocionales.
El desafío que enfrentaron los estudiantes fue crear cortometrajes de cuatro minutos que capturaran las múltiples dimensiones de la Avenida Portugal, entorno de nuestro campus.
Reunidos en grupos mixtos, los estudiantes de arquitectura aportaron su conocimiento sobre la historia y características físicas de Portugal, mientras que los de cine, capturaron la experiencia subjetiva de este lugar tan característico del centro de Santiago, usando técnicas mixtas de producción para plasmar su atmósfera, ritmos e interacción humana.
Los catorce cortometrajes resultantes no sólo reflejaron las diversas visiones de los estudiantes sobre avenida Portugal; también cómo el cine puede reinterpretar y resignificar el espacio arquitectónico, dotándolo de nuevas capas de significado y emoción. En la academia, esta rica relación entre arquitectura y cine invita a repensar el espacio como un elemento dinámico y narrativo, capaz de impactar profundamente nuestras vidas y emociones.
El workshop buscó movilizar la pregunta ¿qué es arquitectura emocional? en las mentes de los estudiantes presentando, primero perspectivas ya vistas en el cine, para luego impulsar un descubrimiento personal y grupal del espacio explorado, de los personajes que allí se ubicaban, de la historia resguardada en las grietas y en las alertas visuales de la actual contingencia.
Luz, espacio, movimiento, atmósfera presentan suspenso, melancolía o alegría. Cineastas y arquitectos se sumergieron en esta búsqueda recorriendo los rincones de avenida Portugal y, luego, expresaron sensaciones, encuadrándolas en las diversas secuencias resultantes que van desde la mirada de un niño por la ventana al parque, hasta el registro de la palpitante emergencia de la posta central, pasando por el contraste entre una calle observada durante la semana o en el agitado entusiasmo del fin de semana, cuando se instala la feria libre.
Columna publicada en Revista Materia